Responsable: Lic. Jacob Luelmo Salazar
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A partir del descubrimiento de la agricultura, el hombre sedentario se vio en la necesidad de intercambiar los bienes que producía por aquellos que necesitaba, dando lugar así a la forma comercial más antigua: el trueque.
En muchas ocasiones surgía una problemática: Si una persona llegaba a necesitar un bien que fuera propiedad de otro y este no estaba interesado en el intercambio, la operación se caía. Por lo que surgió la necesidad de buscar una alternativa, una mercancía que fuera valiosa para ambos y que pudiera ser utilizada como medio de pago para adquirir otras mercancías. Así nació el dinero-mercancía, y con ello la actividad comercial.
Durante muchos años diferentes mercancías fueron utilizadas como medio de pago, por ejemplo: mientras que en la antigua Roma utilizaban sal, o bien en algunas zonas de Mesoamérica eran las semillas de cacao, en Mesopotamia, tomaron fuerza los metales como dinero-mercancía, dando paso al acuñamiento de las primeras monedas, este hecho provocó que el comercio comenzara a figurar como una actividad productiva y cada vez más lucrativa..
Las poblaciones crecían, las sociedades se iban haciendo más complejas y demandantes, esto dio origen a la figura de los vendedores, su negocio era hacer de intermediarios entre poblaciones en el intercambio de productos, es decir, poner en contacto a la oferta con la demanda. Estos primeros intermediarios son los precursores de la máxima premisa mercantil que dicta: “compra barato, vende caro”. Esta es la premisa de cualquier operación comercial y si es llevada a los Mercados Bursátiles de forma literal, facilita su comprensión y simplifica su funcionamiento, pues nada tiene de complicado comprar en un Mercado Alcista, es decir, cuando los precios van en aumento, y vender en un Mercado Bajista, cuando los precios comiencen a descender.
¿En serio es así de simple?
Actualmente existen herramientas tecnológicas que facilitan a un inversionista del Mercado de Valores identificar cuándo comprar o cuándo vender, pero siempre será la actuación impulsiva de uno, lo que le de a ganar a otro, y esto podemos ejemplificarlo en una situación que se divide en tres fases:
i. El precio de un Activo Financiero ha estado subiendo. El inversionista con poca experiencia asume que continuará esta tendencia y llevado por el deseo de ganar decide comprar, sin embargo, desconoce que el precio actual ya ha considerado todas las expectativas del Mercado y probablemente está a punto de llegar a su máximo nivel.
ii. Antes de llegar al nivel de precio más alto. El inversionista experimentado habrá decidido vender, y a su vez, aquellos que decidan imitarlo, provocarán de manera inminente la caída del precio. El inversionista sin experiencia se aferrará a la esperanza de un nuevo repunte en el precio y decidirá mantener el Activo.
iii. El precio continúa cayendo. Presa del desánimo, el inversionista sin experiencia decidirá vender a cualquier precio, sin importar que reciba menos de lo que invirtió inicialmente. Esta situación será aprovechada por el inversionista experimentado para nuevamente comprar barato y esperar una corrección en el precio.
Es así como la máxima premisa mercantil es llevada al Mercado de Valores; parece simple, pero su ejecución requiere de la experiencia y conocimiento de un profesional en materia bursátil.
Otra creencia errónea es que solo se puede vender aquello que se posee. Si nos apegamos a la definición de venta de la Real Academia Española (RAE), una venta es un contrato en el que se transfiere a dominio ajeno una cosa propia por el precio pactado.
Pero… ¿Se puede vender algo que no se posee?
Para dar respuesta a esta interrogante, utilicemos un ejemplo del sector agrícola. Supongamos que un intermediario que se ha comprometido a vender 1,000 toneladas de determinado producto; pero solo cuenta con 700, por lo que antes de perder la transacción o incurrir en incumplimiento, debe buscar una alternativa. La lógica dicta que debe conseguir las 300 toneladas faltantes, la mejor opción es pedirlas prestadas a otro intermediario, con el compromiso de devolverlas más tarde. Probablemente el segundo intermediario le requerirá un Premio por el préstamo, el cual siempre será menor al costo que representaría su incumplimiento.
En el Mercado de Valores existe una alternativa llamada: Venta en Corto; este tipo de operación se realiza cuando la expectativa del Mercado es bajista, es decir, también se puede ganar cuando los precios van a la baja. Esta operación es muy parecida a una venta tradicional, solo que en este caso, quien realiza la venta no cuenta con el Activo Financiero, por lo que le será necesario pedir a préstamo los Títulos sujetos en la negociación. Adquiere el compromiso de regresarlos en una fecha futura y adicionalmente pagar un Premio al prestamista; como en el ejemplo del intermediario agrícola.
Una vez que se han conseguido los Títulos, se ejecuta la venta (recordemos que la expectativa es que el precio baje), por lo que el vendedor debe esperar a que el precio llegue a un nivel suficiente que le genere una ganancia y cubra el valor del Premio, cuando esto suceda el vendedor realizará la recompra de los Títulos y posteriormente los devolverá a su propietario original junto con el Premio.
¿Se llevó a cabo la máxima premisa mercantil?
La respuesta es sí, solo que en esta ocasión se cambió el orden de los factores, primero se vendió y luego se compró. Este tipo de operaciones son realizadas por los Intermediarios en el Mercado de Valores, y su principal objetivo es revitalizar el Mercado, brindando liquidez cuando la expectativa es adversa.
La Venta en Corto solo es una de las múltiples operaciones que pueden realizarse en los Mercados Bursátiles, también existen los Reportos, el Fondeo, la Caución Bursátil, entre otras. Cada operación persigue un objetivo específico y está diseñada para satisfacer las necesidades de cada inversionista.
En conclusión, las operaciones mercantiles son tan antiguas como el dinero, y sin importar el tipo de Mercado donde se realicen, siempre debemos estar en la búsqueda del mayor beneficio, incluso cuando vendemos algo que no tenemos, siempre y cuando apliquemos la máxima premisa mercantil: “compra barato-vende caro”.
Fuentes:
- Real Academia Española. (2019). Diccionario de la lengua española (edición del tricentenario). https://dle.rae.es/venta
- Ferrando M. (2019). Breve historia de la venta y los vendedores. Red Historia. (Publicación). https://bit.ly/2XvuUFG
- Ramírez L. (2014). Comprar barato y vender caro: ¿Tan fácil como parece?. El Economista. (artículo).https://bit.ly/2XyCVcZ
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