Autor: Lic. Jacob Luelmo Salazar.

Tiempo de lectura: 10 minutos.

Sin ser plenamente conscientes, todas las personas administramos riesgos de manera empírica y lo hacemos durante toda nuestra vida. Desde pequeños aprendemos a competir, entendemos que para que alguien gane, otro debe de perder y en la mayoría de los casos, se juega con la intención de ganar la contienda. Por tal motivo, hacemos uso de todas las herramientas disponibles, con el objetivo de minimizar el riesgo de una pérdida. Es así como comenzamos nuestra larga carrera en la administración del riesgo.

Para ilustrar lo anterior, retomemos un suceso ocurrido durante la copa mundial de fútbol de Brasil 2014, en la que uno de los partidos de cuartos de final, fue disputado entre las selecciones nacionales de Holanda y Costa Rica, el cual terminó con un empate a cero goles durante el tiempo reglamentario, por lo que el ganador se definió en tiros penales. Previniendo esta situación, antes de que finalizará el tiempo extra, ya que posteriormente durante la serie de penales,  no se pueden realizar modificaciones al equipo, el director técnico de la selección de Holanda, Louis Van Gaal, decidió cambiar al portero en el último minuto, de manera que entró a la cancha Tim Krul.

Por otro lado, el portero de Costa Rica, Keylor Navas, fue calificado como el mejor jugador de su equipo y había tenido un desempeño notable a lo largo del torneo, pero este último partido le había exigido demasiado y lucía notablemente cansado. 

Debido a lo anterior, Louis Van Gaal (Holanda), decidió utilizar la situación a su favor, ya que Tim Krul, se encontraba descansado y además era 8 centímetros más alto que Keylor Navas, lo que le daba mayor alcance para detener los tiros.

La estrategia dio el resultado esperado, Tim Krul detuvo dos de cuatro tiros mientras que Keylor Navas recibió cuatro goles, así que Holanda avanzó a la siguiente ronda y Costa Rica quedó eliminada. 

Ahora bien, retomemos de esta anécdota lo que podemos llamar la “administración del riesgo”, empleada por Louis Van Gaal, quien sabiendo que su portero titular estaba cansado, decidió realizar el cambio por un jugador en mejor estado y condición física, de esta manera transfirió el riesgo a su oponente, quien decidió apostar a no realizar modificaciones. Esto nos permite confirmar un postulado básico de la teoría del riesgo: “El riesgo no se elimina, sólo se administra”. 

En este punto es momento de preguntarse, ¿cómo se administra el riesgo? Para ello, es indispensable conocer el tipo de riesgo al que estamos expuestos, previo a elegir la herramienta adecuada que nos permita transferirlo. 

Existen diversos tipos de riesgos divididos en dos grandes grupos:

I. Aquellos que podemos medir a través de bases estadísticas para estimar sus pérdidas potenciales, por ejemplo el riesgo de Mercado;

II. y aquellos derivados de un evento imprevisto que dificulta conformar una base estadística para medir su pérdida potencial, por ejemplo un desastre natural. 

Un riesgo que no se puede medir dificulta su administración, sin embargo, esto no indica que no debamos tomar medidas pertinentes para minimizar sus afectaciones, previendo de esta manera las posibles situaciones que puedan suceder en el futuro, para explicar esto, retomemos lo ocurrido recientemente en el Estado de Oaxaca.

Entre el 1 y 12 de abril del 2020 se suscitó un incendio forestal que afectó a cinco municipios, por lo que la Comisión Nacional de Protección Civil emitió una declaratoria de emergencia, de manera que se activaron los recursos del Fondo para la Atención de Emergencias (FONDEN), que tiene como finalidad brindar asistencia durante situaciones de emergencia, además de apoyar en la recuperación ante los efectos que produzcan dichas situaciones.

En tanto, sobre los riesgos que sí podemos medir nos enfocaremos en el Riesgo de Mercado, ya que es el tipo de riesgo con el que estamos más relacionados, pues a partir de que una persona cuenta con recursos monetarios, siempre buscará su mejor aprovechamiento y especialmente, cuando se trata de inversiones, pretende hacer válida la premisa mercantil que dicta: “Compra barato, vende caro”.

Con ello, en caso de que se desee adquirir determinado bien o servicio, el principal riesgo es que el precio suba y contrariamente, si lo que se busca es venderlo, el riesgo es que el precio baje. Es así como llegamos a la definición del Riesgo de Mercado, como la probabilidad de que se presenten movimientos adversos en los precios.

Heráclito de Éfeso afirmaba que la única constante en la vida es el cambio y los precios no exceptúan esta regla, siempre se encuentran en movimiento. De manera que a esta variación constante en los precios la conocemos mejor como volatilidad. A su vez, existen productos con una mayor volatilidad que otros y esto definirá las medidas o instrumentos utilizados para administrar su riesgo. 

De esta forma entra en escena, el Mercado de Derivados, que tiene el objetivo de administrar el Riesgo de Mercado, ofreciendo instrumentos que ayudan a los inversionistas a prevenir las posibles variaciones en los precios de los productos que negocian, asegurando el precio futuro de la compra o venta de de un activo subyacente o de referencia.

Para entender cómo funciona este Mercado, tomemos como referencia el caso de un agricultor de naranja y un productor de jugo de fruta. La temporada de pizca de la naranja comienza en septiembre y termina en enero, de manera que se corre el riesgo de una helada durante el periodo invernal, lo que provocaría una mayor volatilidad en el precio de la naranja. Así mismo, el agricultor corre el riesgo de que el precio baje tanto que no pueda recuperar lo que invirtió, mientras que el productor de jugo, tiene el riesgo de que el precio suba al grado de que rebase sus costos de producción. 

La solución para esto es fijar hoy un precio, que en el futuro convenga a ambas partes, la mejor manera de hacerlo es a través de un contrato donde comprador y vendedor se comprometan a respetar el precio pactado, independientemente del valor al que se esté negociando la naranja en el mercado (presente y futuro). De esta manera, el agricultor podría pactar un precio con algún comprador y asegurar así, que pueda recuperar la cantidad de dinero que invertirá, además de una ganancia, mientras que el comprador, asumiría el riesgo de adquirir el producto a un precio adecuado, por debajo del precio que se venda en el futuro, lo que ambos estarían haciendo es firmar un forward . 

El contrato forward es el primer derivado financiero del que se tiene registro histórico, el cual permite pactar el precio de un bien o valor de referencia (denominado activo subyacente), en el presente y liquidarlo en una fecha futura;  este contrato se encuentra operando fuera de Bolsa, en Mercados conocidos como Over The Counter (OTC). Lo que hacen básicamente los inversionistas es que analizan y tratan de visualizar los precios futuros, tomando posturas ante lo que ellos creen que pasarán con ellos, por ejemplo, si  piensan que el precio de alguna divisa subirá en determinado tiempo, buscarán un vendedor al que le compren en un futuro, a un precio bajo dicha divisa. 

Un ejemplo de ello, es la decisión tomada en nuestro país por la Comisión de Cambios en febrero de 2017, que ante un periodo de alta volatilidad en el tipo de cambio peso-dólar, dicha Comisión, integrada por funcionarios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y del Banco de México (Banxico), implementaron un programa de coberturas cambiarias liquidables al vencimiento (forward). El objetivo de dicho mecanismo fue brindar a los participantes locales mayor estabilización contra el riesgo cambiario.

Estos son sólo algunos de los múltiples ejemplos que podemos abordar respecto a la administración del riesgo con productos derivados y es preciso señalar que para hacerlo, se necesita realizar un análisis detallado antes de tomar decisiones; sin embargo, es inevitable dejar de sorprenderse cuando escuchamos acerca de la quiebra de grandes organizaciones o la detonación de profundas crisis financieras provocadas por el uso especulativo de estos instrumentos.

Más allá de todo esto, lo cierto es que los derivados financieros son sólo una herramienta dentro de la administración integral de riesgos. En este sentido, la determinación de que si son adecuados o no, radica mayormente en las decisiones y el uso que pretenda dar el gestor de riesgos, asesor o inversionista, que del instrumento o Mercado por sí solos. 

No podemos saber exactamente lo que pasará en el futuro pero sí podemos prepararnos ante él, tomando en cuenta, que para que una persona gane, otra debe perder, a menos que, quien estaba a punto de asumir la pérdida haya decidido transferir ese riesgo y así en lo sucesivo. En todo caso y de forma inevitable, tanto en las inversiones como en la vida misma, se debe tomar en cuenta en todo momento la premisa principal: “El riesgo no desaparece, solo se administra”.


Fuentes:

  • FIFATV. (2018, 25 de abril). Netherlands v Costa Rica (0:0 PSO 4:3) – 2014 FIFA World Cup. YouTube. https://n9.cl/vklj
  • El Universal. (2020, 17 de abril). Federación declara en emergencia a cinco municipios de Oaxaca por incendios forestales https://bit.ly/3bSH0MX 
  • JPMorgan. (2019, 20 de mayo). Administración Integral de Riesgos. https://bit.ly/3cQZzSO 

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